domingo, 22 de abril de 2012

Repsol Barcelona Real Madrid YPF


Deben haber sido como las 19 horas del sábado 21 de abril de este 2012 cuando me siento a leer, café mediante, en el bar Swan Pedregalejo a tan solo cinco metros de la orilla del Mediterráneo. En Málaga, España.


 Las páginas del libro sobre la Guerra Civil en esa ciudad van pasando a medida que se aviva mi interés por aquellos
lejanos acontecimientos pero vivos en la memoria de cada rincón de la ciudad y de los que aún están para contarlo.

 Clima bélico antiguo que resuena en cada momento como si cada imagen presente alentara una guerra. Es que el texto habla de cierta incomprensión de algunos pobladores rurales por los acontecimientos reales de los días en que Málaga se defendía de los invasores franquistas. Hay sublevados que amenazan desde el micrófono radiofónico. Y la semana del presente terminaba con un clima parecido. La televisión insistía en una belicosidad existente entre España y Argentina para que algún desprevenido pensara que esa posibilidad existía.


 La televisión del fondo del salón es encendida y poco a poco van llegando tertulianos que, contrario a otras veces que estuve en el mismo bar, se sientan mirando hacia el fondo del salón en lugar de hacerlo hacia las tranquilas aguas del Mediterráneo.

 El dueño del bar intenta abrir una puerta intentando no molestarme. Me pide perdón, se disculpa nuevamente y, ante mi pregunta, me explica que intenta hacer más lugar por si llega más gente a ver el partido.

 Recién en ese momento me doy cuenta, faltaba poco para que comenzara el partido de la Liga española donde se baten el Real Madrid con Cristiano Ronaldo y el Barcelona con Leo Messi. Miro el reloj y por lo poco que falta me da el tiempo justo para terminar el capítulo del libro (1).

 Le pido otro café y le digo que si hay más gente pueden ocupar parte de la mesa y las sillas vacías más próximas a mi espacio. Me dice que no, que de ninguna manera quiere molestarme.

 A los pocos minutos se preparan los equipos en la cancha, yo termino de leer y llegan jóvenes que ocupan casi todo el bar. Los últimos tres buscan sitio y no encuentran ante las disculpas del dueño. Lo escucho y le hago seña, se acercan y les explico que en mi mesa hay sitio y sillas vacías. Pide disculpa el dueño, el camarero y también los jóvenes. Me preguntan si de verdad no me importa compartir la mesa. Les respondo que el espacio y el planeta están para compartirlo.

 Luego les pregunto de qué club son e insisto porque es una condición. Broma, ríen. Uno del Madrid y dos del Barça. Me preguntan por mis preferencias y les aclaro que soy argentino (lo digo a propósito para ver en sus caras el comienzo de las guerras del petróleo). Pero no, nada de eso estaba en sus mentes. 

Comenzamos a hablar de quién gana, de Messi, de Higuain, de Macherano, de Simeone y nos detenemos en Bielsa como DT del Athletic de Bilbao. Precisamente es Bielsa el que está en los medios televisivos por haber defendido la posición argentina de expropiación de Repsol YPF, pero no parece en ese momento ser lo relevante.

 Gol del Real Madrid.

Seguimos compartiendo espacio, tiempo, mesa y confraternizando. Aventuramos preferencias, posibilidades, puntos según el resultado, posición en la tabla.

 Empata el Barcelona.

 Se oye al comentarista pedir a los televidentes que “no pestañee, no vaya al baño, no le preste atención a los niños”.

 Gol del Real Madrid y a los pocos minutos termina el partido.

 Llamo al camarero y pago mi cuenta. Conversamos unos minutos y me agradecen con exageración. Les digo que no, que por favor no lo hagan, que la mesa, el planeta, y los recursos y el petróleo están para compartirse. Hablamos sin darle importancia a la expropiación, lo verdaderamente relevante era el fútbol sin apasionamientos. Insisto, fútbol sin apasionamientos. Vuelven a agradecer la amabilidad y la cordialidad del momento pasado.

 Cuando estoy cruzando las últimas mesas me alcanza el dueño del bar para agradecerme el gesto. Lo digo que no lo haga y me voy con mis pensamientos. Me parecía desmesurado, apenas había cedido un espacio de 20 por 40 cms. de la mesa y las sillas vacías que, obviamente, no me pertenecía si no las estaba ocupando.

 Me fui mirando las tranquilas aguas muy plateadas a esa hora con el reflejo de las luces de los barcos que siempre están pescando por la zona los recursos alimenticios de la zona. Ese es el “clima bélico” que se vive en España después de la expropiación.


 (1) “Málaga en llamas” de Gamel Woolsey (Ediciones Temas de Hoy, 1998)

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